miércoles, 21 de agosto de 2013

El Sucesor

Octubre de 2015. El mes y el año esperados por muchos. Parece como si fuera el 31 de diciembre de 1999, para ver si en el primer día del cambio de milenio fuera a explotar el mundo.

Las elecciones presidenciales son el horizonte y el fin de ciclo para muchos. Luego de los resultados de las PASO, muchos medios y dirigentes políticos se apresuraron a vaticinar el final del kirchnerismo, que tendría su golpe de gracia en las próximas elecciones presidenciales.

Ya sin el miedo latente de la re-reelección, los partidos opositores tienen que salir a la cancha a ganarse los votos del electorado. Gran problema: Nos encontramos con que carecen de objetivos concretos para poder solucionar aquellos aspectos que más han criticado sobre el gobierno nacional.


Como figura fuerte de la oposición aparece Massa. El intendente de Tigre cuenta con un amplio apoyo del grupo Clarín y de los medios conservadores de la Argentina. El asunto es que pareciera que no tiene, ni nunca va a tener, el carisma que evidentemente necesita un político para perdurar en el cargo presidencial en éste país. Con ideas tan generales como la ley de gravedad, el candidato cuenta con un gran apoyo de aquellos sectores intransigentes que no se deciden ni por el cuadro oficialista ni por la oposición recalcitrante representada por De Narváez.

La UCR, el otro partido histórico argentino si dejamos de lado al PJ, no encuentra un líder que pueda dirigir a sus militantes tal como en algún momento lo hicieron Alem, Hipólito Yrigoyen o Raúl Alfonsín. En la sombra de éste último aparece Ricardo, siempre tapado por la figura de su padre y sin poder unificar a un partido que se encuentra agrietado y envejecido entre las figuras de Gil Lavedra y Terragno - ambos representantes del conglomerado UNEN en las pasadas elecciones -.

Por lo tanto, la solución aparente a éste conflicto de representación se vislumbra dentro del cuadro kirchnerista. Ahí es donde el oficialismo debe buscar al sucesor que pueda rescatar aunque sea un poco del personalismo y el carisma político que tiene Cristina Fernández. La figura presidencial en nuestro país siempre fue muy fuerte en comparación con los otros dos poderes que deberían supervisarlo y regularlo.


El dilema surge, entonces, a la hora de elegir al encargado de poder llevar adelante la empresa de continuar con el proyecto de país que hasta el momento se vino buscando. La carta más fuerte es, evidentemente, Daniel Scioli. El gobernador de la provincia de Buenos Aires cuenta con una imagen muy positiva por fuera del oficialismo, ya que se lo ve como alguien más moderad, que puede llegar a tener la suficiente espalda como para poder transitar su propio camino en la política. El temor al desplazamiento aparece aquí, y también involucra a todos aquellas agrupaciones juveniles tales como La Cámpora que fueron apropiándose de sectores cada vez más importantes dentro del órgano público.

Aquí es donde la presidenta deberá tomar una decisión. Encontrar y fogonear a una figura dentro de su propio círculo de confianza o decir "muchachos hasta acá llegaron mis responsabilidades, ahora les toca a ustedes". El segundo caso, esperado por la gran mayoría de la oposición, dejaría un claro empate hegemónico con un país sin una fuerza mayoritaria reclamando y sosteniendo para sí el primer lugar político; espacio que hoy en día ningún grupo de la oposición que espera el final del kirchnerismo puede, ni quiere, con total seguridad, reclamar para sí.

viernes, 9 de agosto de 2013

El mejor amigo del hombre


¿Qué harías si, después de un intento fallido de suicidio, te dieras cuenta de que el “perro” de tu vecina es en realidad un hombre disfrazado?

Wilfred es una comedia de televisión yankee adaptada de la serie australiana llamada por el mismo nombre. Los protagonistas son Elijah Wood (Mr. Frodo) y su fiel compañero Jason Gann  - protagonista, autor y productor de la sitcom -.

Ryan (Wood), es un treintañero que, sumido en la depresión, decide tragarse todas las pastillas que le da su hermana y poner fin a su miserable vida llena de traumas sin resolver. Las píldoras eran sólo placebos. Nuestro protagonista debe seguir vivo, a pesar de sus pocas ganas de permanecer en este mundo. Es allí cuando conoce a su vecina Jenna (una despampanante rubia) que le pide si puede cuidar a su perro porque tiene que irse a laburar.

¿Perro? Ahí es cuando empieza lo espectacular de la serie. Perro llamamos a un australiano barbudo, de aproximadamente 1.80 metros, vicioso hasta el último pelo de su disfraz de can de aventuras desenfrenadas. Tranquilo Ryan, no estás muerto, o al menos eso creemos… ¿Pero por qué es el único que lo ve de esta manera? Esta será la pregunta que nos acompañará durante todas las temporadas.

Wilfred se transforma en el mejor amigo de nuestro tímido y querible protagonista. Su soledad se disipa y pasan todo el día fumando marihuana, tomando birra y comiendo comida chatarra. ¿Quién no querría poder charlar con su mascota y saber cómo es que en verdad piensan los perros? Ahí es donde se ve la inteligencia e innovación de Jason Gann que nos muestra la vida de un “humano” con razonamientos e instinto de animal.

Creo que la serie es pionera en su género y no se permite discutir su originalidad. Lejos de ser una sitcom superficial, cada uno de sus capítulos está titulado con el nombre de algún sentimiento que acompaña nuestra vida diaria y explora aquellos traumas y miedos más profundos de un personaje que intenta desesperadamente salir a flote buscando su bienestar por los caminos más inesperados.